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martes, 10 de marzo de 2009

CONOCIENDO A NUESTROS HERMANOS

CONOCIENDO AL HNO. CLEMENTE DURAN. CSsR.

Nací, un 13 de septiembre de 1929, en El Naranjal Altoseco, de Vallegrande, Provincia del Departamento de Santa Cruz, Bolivia.

Mis padres se llamaban: Pedro Duran Osinaga y María Cleufé Osinaga de Duran. Mis abuelitos: por parte de mi padre: don Martin Duran, y Guadalupe Osinaga de Duran. Por parte de mi madre: don Javier Osinaga y doña Leandra Gutiérrez de Osinaga.

El Naranjal, es un barrio, o un sector con varias familias, a dos leguas del pueblito de Asunción; con un templo dedicado a nuestra Señora de la Bella Asunta, donde venia el Sacerdote de Pucará distante siete leguas, o de Vallegrande, a doce leguas de camino; venia dos veces al año para las celebraciones de la fiesta patronal y de cuaresma.

Yo fuí el primero de los siete hermanos varones, no teníamos escuela, ni catequista, ni médicos; por la distancia. Vivíamos muy aislados: en una situación como esta, ¿Cómo nació mi vocación?, sino teníamos quién nos enseñe la religión.

Mis padres, la familia…, y mis abuelitos eran muy religiosos… especialmente mi abuelita Leandra, que más que mis padres, nos enseñaban a leer y rezar, y aprender los rudimentos del catecismo, nos llevaban a misa, cuando sacerdote venia al santuario de “La Habrá”, como se le conocía…; otras veces mi abuelita Leandra me llevaba de compañero, tirando de las riendas del caballo que ella montaba; yo tendría entre 9 a 11 años; íbamos a Pucará, siete leguas para las grandes solemnidades del año, como la pascua, o la fiesta patronal, de “La Purísima ”, como le llamaban.

En Pucará había casi siempre un cura párroco! Conocí a tres: un sacerdote Alemán y otro el padre Melgar, (quien parece que me bautizó), el Padre Santos David Vivancos, que era mi tío, etc.
Este era muy bueno conmigo; las veces que podía me hablaba de Dios, de la Virgen, etc; pero para una buena formación religiosa era muy poco.

Entonces, ¿cómo nació mi vocación? Creo que todo vino de Dios… influyó en esto:
· ese naciente y creciente deseo de Dios.
· La gran preocupación y pena de ver a los niños y a la gente en tal situación de abandono e ignorancia en que vivían; quería a toda costa ir a aprender, para venir a enseñarles…!

¡Pero estoy convencido de que en el fondo fue mi AMOR A LA SANTISIMA VIRGEN…!

Creo que desde el seno de mi madre, ya vine marcado por un profundo y tierno amor a María. Y ya desde muy niño, por el amor a Ella, ¡hice VOTO DE CASTIDAD!, porque pensaba que solo así sería menos indigno de amarla y consagrarme a ella.

Con esto ya la vocación religiosa, o sacerdotal, ya estaba dodo el primer paso; porque necesariamente tenía que buscar el ambiente propicio y favorable para vivir ese “estado” de pureza y “consagración” a Dios.

¿Dónde encontrarla?, ¿Dónde “vivirla”?.
Mis padres y mi pueblo, eran de oficio agricultores y ganaderos; gente pobre de trabajo. Mis padres también ejercían esto; con motivo de reunir el ganado y traerlo al corral, había que ir cada tarde a las montañas para arriarla a casa. Aprovechando esta ocasión, yo que ya sentía cogido por Dios desde el corazón, me gustaba más y más, rezar a solas; buscar el silencio, la soledad, pensar y pensar. Me sentaba en la cumbre de las montañas más altas, y mirar las lejanías, los horizontes sin límites; e imaginarme como un caminante, un PEREGRINO en busca de un absoluto, ¡SER MISIONERO!, ect.

Justamente reflexionaba una frase que había leído en un libro: “MISIONERO QUE VA POR EL MUNDO, SEMBBRANDO EL AMOR”, etc. Y deseaba poder ser ese MISIONERO.

Pero, ¿cómo saberlo si no tenía cerca un sacerdote, una religiosa o un catequista que me enseñara? Por casualidad intenté probar con los padres: FRANCISCANOS, otra vez con los CORDIMARIANOS, que pasaban a veces, buscando vocaciones, etc. Pero algo que no me convencía ¡buscaba otra cosa; algo especial! ¿Quiénes serian esos?

Hasta que Dios se valió de un intermediario un tío hermano de mi papá que vivía en Vallegrande, era farmacéutico, y muy amigo de los Padres Redentoristas de la parroquia; sé dio pues el saco de que los padres se vieron sin hortelano, porque se fue, buscaban otro. Mi tío me escribió inmediatamente a “El Naranjal”, diciéndome que debía aprovechar esa ocasión, y presentarme de inmediato a los padres, solicitando ese empleo; que él me ayudaría; pero que me vaya de inmediato, etc.

Apoyado, pues y garantizado por tío consigue el empleo. Fue así como entré en contacto recién con los Padres Redentoristas, que cosa rara, viviendo cerca no lo conocía. De modo que de esta manera entré a vivir con ellos, no todavía como CANDIDATO, sino como simple empleado y jornalero.

Así, después de unos días empecé a conocerlos, ellos a mí. Yo dije: “estos son los sacerdotes que buscaba”. Pero, ¿Qué era ese de especial que buscaba?.
· Su espiritualidad profunda.
· Su sencillez y cercanía a los pobres.
· Y ¡su amor a la virgen María!

Y, me dije: ¡aquí me quedo! Gracias a Dios, ya célebre mis bodas de oro como religioso, voy pasando más allá de los cincuenta y sigo adelante, Dios mediante y la ayuda de María.

Me veo, pues, obligado a decir, con San Bernardo: que María es una “ladrona de corazones”, pues de verdad me robo el mío, soy el hombre más feliz en la vida.

Pero también puedo completar ese pensamiento de San Bernardo, con la afirmación de otro santo “María es una dulce traidora, porque roba el corazón de los hombres, como si fuera para ella, pero es para entregarlo en manos de su divino Hijo Jesús”, etc.
Y así es en verdad. Ya contare más adelante lo que me sucedió.
Volviendo a la historia de mi vocación, unas veces presentado y aceptado por ellos, primero como empleado, y después como “CANDITADO”, postulante, entré a vivir en la casa parroquial, como un miembro más en la comunidad.

Creo, más o menos en 1953; era mi viceprovincial, el buen padre Raymundo Phillips; y superior, el padre Javier Willig; sacerdote con quien trabajaría después en varias casas.
Siendo ya postulante, 1954, creo AÑO MARIANO, el padre Eugenio Wittersheim fue a Santa Cruz, Cotoca, a predicar su novena, para el ocho de diciembre y me llevo consigo.

En allí, la Virgen me tocó el corazón…! De allí volvía más decidido que nunca a seguir mi vocación.
Yo tenía ya 24 años. La Inmaculada fue el GRAN Y UNICO AMOR DE MI VIDA. ¡Me enamore sinceramente de María!.

Podía, pues decir con San Gerardo Mayella: “¡María desde ahora mi esposa de amor…!” Y lo que escribe Maruricio Zumdel, en su libro: “El Evangelio interior”, el cual texto, en días pasados, le mostré a mi padre espiritual, Esteban Karpeta, diciéndole: “Padre, aquí está la síntesis de mi vida mariana, redentorista:
“¿Cómo describir la alegría del adolescente que encuentra un día, en un arrebato de piedad, la ternura luminosa de la Virgen María? (la Virgen madre en su corazón se imprime una imagen de la mujer que nada podrá borrar. La percibe en su inminente dignidad,
en la transparencia inefable de su vida interior en el resplandor silencioso de una pureza redentora. Comprende, más allá de las palabras, que tanto la mujer como el hombre son espíritu, que toda su gloria es encuentra en su interior y que es preciso comulgar con su alma para llegar a su misterio”. (Pág. 48 ss.)
El padre se me quedo mirando, leía y re leía el texto. Y es verdad; es “mi verdad”; porque para mí esos sentimientos iníciales no solo ya desde mi niñez y adolescencia, sino a través de toda mi vida consagrada de religioso redentorista, me acompañaron “ingresando” y gracias a eso, Dios me dio el perseverar en mi vocación misionera redentorista, ya más allá mis bodas de oro; y Dios mediante, ¡hasta la perseverancia final!
Noviciado
De Vallegrande pase a Tupiza para el noviciado. Como nuestros padres no tenían todavía en Bolivia un seminario, ni noviciado, tuve que esperar el doble tiempo, en espera de la casa de noviciado, y de otros candidatos al mismo; era el primer boliviano que se presentaba al noviciado, etc. No obstante, se presento otro joven candidato, Vallegrandino, llamado Apolinar Gómez, pero que se salió al medio año de noviciado; me quede solito.
Mi P. Maestro, se llamó Bruno Hodell, un sacerdote suizo, muy bueno.
Después de cumplir el año del noviciado, hice mi primera profesión religiosa, el 02 de febrero de 1958. Fue tanto para mí, como para todos, una experiencia muy emotiva, ya que era por vez primera que se presenciaba un acontecimiento semejante.
Lo fue especialmente para mí, que como amaba tanto a la Virgen, mi consagración religiosa empezaba en una fiesta muy significativa de la Virgen, y allí en un santuario suyo en Tupiza, casa que también fue la primera fundada por los hijos de San Alfonso, al llegar a fundar la congregación en Bolivia.
Al ingresar yo a la congregación en Bolivia, los hermanos coadjutores redentoristas, estos eran unos 15, todos de nacionalidad suiza o francesa; yo fui el primer hermano redentorista boliviano (y lo sigo siendo).
Motivo por el cual, era disponible para ayudar, o remplazar a cualquier hermano que viajaba, o necesitaba ayuda.
Apenas hice mi profesión, los superiores me destinaron a Oruro, y de allí me mandaban prestado a ayudar a otras casa, así, hasta que se cumplió el tiempo en que había de hacer mi segundo noviciado; me mandaron a Argentina, a Manuel Ocampo; allí hice mi noviciado de medio año, junto con los clérigos, o sea, con los que estudiaban para el sacerdocio y otros para hermanos, éramos unos 15 novicios fue una muy linda experiencia, que me sirvió mucho, y siempre la recuerdo con emoción y gratitud.
Al volver a Bolivia, fui destinado nuevamente a nuestra casa de Oruro, y otra vez a Potosí, y después a La Paz.
Hasta que a partir de 1968, recién me cambiaron a Tupiza, donde quedé por más tiempo, 10 u 11 años, después a Potosí, por otros 10 años, y por último a Cochabamba, hasta ahora que ya van a hacer unos 15 años.
Casi en todas las casas mi ocupación por lo general, era la portería, el jardín, la huerta y la sacristía.
Pero en Tupiza, realizaba además la catequesis con los niños de primera comunión y confirmación y realizaba la pastoral con grupos de oración Legión de María, y Cursillos de Cristiandad.
Por disposición del padre superior, iba cada noche a visitar las familias, llevando la imagen de la Virgen, a rezar el Rosario, sobre todo en los meses llamados marianos (mayo y octubre), donde aprovechaba la ocasión para leer con la gente la Biblia y explicar la Palabra de Dios.

Pero donde realicé algo muy especial fue, en Potosí, como apostolado; fue el fundar un grupo de oración (en el sentido y espíritu de Legión de María, pero no Legión de María de costumbre) y que ellas, las señoras que formaban el grupo, dieron en llamarse Las Peregrinas.
Las personas que formaban el grupo eran voluntarias libres, espontaneas, sin organización, ni reglamentaciones, etc. Sino solo llevadas a su buena voluntad, su amor y gratitud a la Virgen y su deseo de ayudar a sus hermanos más pobres y olvidados, etc. Y llevar la paz y la bendición de Dios a esas familias a donde no llegaban los evangelizadores. El grupo era siempre muy numeroso, iban gente adulta, niños y jóvenes, y muy perseverantes.
En la casa de la familia que recibía la Virgen, la sala de reuniones resultaba siempre muy pequeña y por petición expresa de los dueños de la casa, la visita de la Virgen no era un día, o dos, sino una novena (9 días), y entre las familias que recibían a la Virgencita, había una especie de competencia: haber quien hacía para la Virgen el altar más hermoso; y después del rosario, ellos mismos expresaban sus oraciones de petición y gratitud, etc.
Y lo admirable es que el grupo del rosario, ya tiene más de veinte años de perseverancia, y sigue igual hasta ahora, a pesar de no tener un asesor o guía espiritual, que los dirija y anime. Y dicen que el grupo se renueva con gente nueva, ya de los antiguos no quedan muchos, porque se mueren, o se cambian a otro lugar, pero entran nuevos para seguir adelante, es una cosa increíble, pero cierta, cada persona que va al grupo, cuentan sus milagros que dicen que les hace la Virgen, y por eso van.
Ahora para abreviar, dije que a los inicios de mi vocación el ideal de mi vida, era; instruirme para enseñar a tantos niños y jóvenes ignorantes, y ser misionero redentorista que va por el mundo sembrando el amor, mi vida religiosa consagrada no pudo ser exactamente la realización de mis sueños, pero hice lo que pude.

Ahora mi concepto del seguidor de Cristo es este: la máxima aspiración para un seminarista – clérigo, es la ordenación sacerdotal, a partir de ahí, ya este tiene todos los caminos abiertos para su realización personal, etc. Y para un candidato a la vocación de hermano coadjutor, debería ser alcanzar la máxima vida de unión íntima con Dios, o sea, la Vida Contemplativa o mística. O como le gustaba decir a nuestro P. Miguel Vetter: “acción – contemplación, contemplación – acción.”
Y un famoso teólogo de nuestros días: Severino María Alonso, también dice: “Una mística de la acción, unidad consagración – misión en la vida religiosa” (Boletín. Vida Religiosa, 1 octubre 1999; numero 11, vol. 87)
Yo, al igual que Santa Teresita del Niño Jesús, buscaba algo que diera sentido a mi vida religiosa.
En todos los años de mi vida religiosa no fui feliz, hasta que, como ella, encontré el Amor.
Ella dice: “el amor me dio la llave de mi vocación; comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de miembros diferentes, el más necesario, el más noble de todos, no le faltaba el corazón: ¡el corazón!, comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que estaba ardiendo de amor; comprendí que solo el amor hacia mover a los miembros de la Iglesia, comprendí que el amor encerraba todas las vocaciones, que el amor era todo.
Que si el amor se apagaba los apóstoles no anunciarían más el evangelio; los mártires rehusarían derramar su sangre.
¡Comprendí que el amor encerraba todas las vocaciones, que el amor era todo, que abrazaba todos los lugares y todos los tiempos! En una palabra, ¡que el amor es eterno!
Entonces en el exceso de mi amor delirante, me puse a gritar, ¡Oh Jesús! ¿Por fin he encontrado mi vocación? ¡Mi vocación es el amor!
Todo eso, pues que buscó y sintió, Teresita, me pasó también a mí, por eso dije que en los primeros años de mi vida religiosa, no era feliz. Porque me faltaba el amor, o no lograba amar como deseaba, presentía que había, - o debía haber –un algo, un algo más profundo, y que no lograba descubrir, de ahí que, todo lo que me enseñaban, no me satisfacía, pensaba que la vida religiosa “consagrada” de un hermano, no debía quedarse todo en el trabajo, en la fidelidad a las reglas, en el cumplimiento de los votos, etc.
Solo cuando encontré y empecé a leer vida consagrada, comencé a vislumbrar ese algo que buscaba, etc. Desde entonces, todo; desde la Biblia, las Constituciones de la CSsR, las vidas de los santos, la oración ante todo, llegaron a tener sentido para mí.
Me fui acercando a nuestros sacerdotes mas espirituales que conocía, como el buen P. Paulino Rhomer, P. Raymundo Phillips y otros; y dialogar con ellos, a preguntarles, etc. Ellos me prestaban buenos libros, apropiados.
Ante todo mi más ardiente deseo, era ¡amar!, aprender a amar, alcanzar un amor cada vez más profundo, amor a Dios y a las almas.
De ahí que lo de Teresita del Niño Jesús me gustara tanto, porque parecían ser mis propios sentimientos, mi más grande ideal, vivo embebido en este año, y luchare hasta el fin para alcanzarlo. En este deseo en esta aspiración, realizo mi oración, mi trabajo, y sufro con mucho amor y paciencia, mis sufrimientos y enfermedades.
¡Quiero hacer de todo ello un constante y perseverante “ACTO” de amor, de oración, de apostolado, corredentor!, ¡UN PERMANENTE ACTO MISINERO!, ya no puedo tomar parte activo en las obras misioneras de mis cohermanos, yo seré MISIONERO por la oración, el servicio, el trabajo, donde todo lo que soy, en todo lo que puedo, ¡hasta más allá de mis fuerzas!
¡Si supieras que feliz me siento en esta obra! ¡Como Jesús, como la Virgen, como los santos, quiero “PASAR MI CIELO EN ESTA TIERRA, AMANDO, SiRVIENDO, ORANDO Y HACIENDO EL BIEN”!.
Mi amor preferencial - si se puede hablar así:
a. La permanente constante CONVERSIÓN, SANTIFICACIÓN Y FIDELIDAD A MI, de los sacerdotes, religiosos/as y de todos los consagrados a Dios.
b. Y, ¡LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS! Por eso, para solidarizarme, para estar en COMUNIÓN MÁS ESTRECHA, ÍNTIMA Y AFECTIVA, con nuestros novicios del 2008, y poder ser algo como “SU PADRINO ESPIRITUAL”, para con ellos, fue que me uní a ellos en el acto litúrgico del año de su noviciado!. y toda mi oración y mi trabajo, ha sido por ellos.
¡QUIERO, PUES, SACARLE JUGO A MI VIDA, por esta finalidad…! Orando, trabajando por ellos.
“NADIE TIENE AMOR MÁS GRANDE QUE AQUEL QUE DA SU VIDA POR SUS AMIGOS”.
ESO ES UN REDENTORISTA.





Hno. Clemente Duran C.Ss.R
Provincia de Bolivia

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